lunes, 10 de septiembre de 2012

Puzzle






Mi hermana, que se ha descubierto como una excelente escritora (¡qué callado se lo tenía!), escribió este poema en el que recuerda nuestra infancia y me presenta con unas características de las que yo nunca tuve conciencia; en cambio ella se retrata como una niña que quería ser guapa, cuando era la más bonita. Y es que para ser justos hay que reconstruir el pasado entre varios porque una sola visión nunca es completa. Y eso se puede aplicar a todos los aspectos de nuestra vida.

Hace unos años en un viaje a Las Palmas  organizamos una cena con varios amigos a los que no veíamos desde hacía mucho tiempo: entre dos y treinta años. A pesar de eso fue como si el tiempo no hubiera transcurrido; me resultó muy raro oír a mi amigo Vicente hablando de los problemas escolares de su hijo, porque la última vez que nos habíamos visto éramos solteros y muy jóvenes y nuestras preocupaciones eran otras. Pero la confianza era la misma. Esa noche no paramos de hablar y de recordar anécdotas de nuestra primera juventud. De repente me sorprendí al ver que lo que algunos recordaban con todo detalle yo lo había olvidado, y al revés.

Aquel viaje nos sirvió para reconstruir nuestro pasado común. Cada uno de nosotros conservaba recuerdos muy vivos de momentos de las vidas de los otros, y esos recuerdos no siempre coincidían con los que cada uno de los otros conservaba. A base de recortes fuimos haciendo una semblanza de nuestra juventud y al volver al apartamento paseando por la avenida de Las Canteras, envueltos en la nube de vapor del agua salada que rompía contra el muro, los recuerdos propios y ajenos componían un pasado más completo, menos selectivo, con varios puntos de vista, que se distanciaba bastante del que cada uno había conservado con el transcurso del tiempo.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho la foto de las dos hermanas (guapísimas las dos). Me gusta también el poema de Macu, que me lleva también a mi infancia, en la que era consciente de ser una niña fea pero que ya practicaba ese marketing inmaduro de aprender a leer a los 3 años. Mi hija, por si acaso, la primera palabra que aprendió a decir fue "apa", señalándose a sí misma. Y me encanta el post, que, inconscientemente copié cuando hablé de las niñas del colegio y de como sus vivencias componían una acogedora colcha de patchwork en la que cada una ponía un retal. Los amigos de infancia y juventud son nuestro horizonte.

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