viernes, 13 de septiembre de 2013

Villa Dolorita




Ocho días de junio entre Villa Dolorita y El Cotillo limpian el alma. La arena blanca de conchas marinas y el viento dan un buen barrido a todas las preocupaciones y puedes entender cómo lo hacen si miras el jable en Corralejo cruzando de lado a lado la carretera, recuperando su terreno.
El agua turquesa fría y reparadora de La Concha o Los Lagos completa las labores de limpieza. Y para abrillantar, el compás de los días ajustado al ritmo humano: la fruta y el café, el pan, la loza antigua, las cosas de la playa ("No te olvides el sombrero"), los baños y el sol, los paseos por la orilla y, casi siempre, la vuelta a casa a comer algo sencillo. Por lo menos una vez hay que ir en peregrinación a la Punta de Jandía en busca de un caldo de pescado.



La ducha mejor en el baño viejo, con el suelo de cemento como plato. Siesta para dos en las horas de más calor en el fresco refugio de los gruesos muros de la casa, lectura, ordenador, tender la ropa y ordenarla luego dentro de las enormes cajas de cedro, y al atardecer un largo paseo por los senderos dorados de la isla, subiendo las suaves montañetas hasta los molinos, bajando por los caminos.

Después la puesta de sol lo pinta todo de rojo y se desliza lentamente la noche hasta la casa. “Cierra las puertas para que no entren lagartos, deja solo los ventanillos o pon los mosquiteros en las ventanas". Y sacas la basura, sin dejar nada en los entresijos del espíritu. Solo paz.


3 comentarios:

  1. ¡Qué bonito lo cuentas!
    Envidio, sobre todo esa "siesta para dos en las horas de más calor..." y las últimas frases:"Y sacas la basura, sin dejar nada en los entresijos del espíritu. Solo paz."
    UFFF!!!

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  2. ....estuvimos en el Cotillo hace ya mas de 30 años un verano con mucho calor.....
    Un verano inolvidable....lleno de sosiego y calma como lo que cuentas.

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  3. Vuelve uno nuevo de Fuerteventura, Luisa y Utopía. Es una cura de paz.

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