Mi hermana, que se ha descubierto como una excelente escritora (¡qué callado se lo tenía!), escribió este poema en el que recuerda nuestra infancia y me presenta con unas características de las que yo nunca tuve conciencia; en cambio ella se retrata como una niña que quería ser guapa, cuando era la más bonita. Y es que para ser justos hay que reconstruir el pasado entre varios porque una sola visión nunca es completa. Y eso se puede aplicar a todos los aspectos de nuestra vida.
Hace unos años en un viaje a Las Palmas organizamos una cena con varios amigos a los que no veíamos desde hacía mucho tiempo: entre dos y treinta años. A pesar de eso fue como si el tiempo no hubiera transcurrido; me resultó muy raro oír a mi amigo Vicente hablando de los problemas escolares de su hijo, porque la última vez que nos habíamos visto éramos solteros y muy jóvenes y nuestras preocupaciones eran otras. Pero la confianza era la misma. Esa noche no paramos de hablar y de recordar anécdotas de nuestra primera juventud. De repente me sorprendí al ver que lo que algunos recordaban con todo detalle yo lo había olvidado, y al revés.
Aquel viaje nos sirvió para reconstruir nuestro pasado común. Cada uno de nosotros conservaba recuerdos muy vivos de momentos de las vidas de los otros, y esos recuerdos no siempre coincidían con los que cada uno de los otros conservaba. A base de recortes fuimos haciendo una semblanza de nuestra juventud y al volver al apartamento paseando por la avenida de Las Canteras, envueltos en la nube de vapor del agua salada que rompía contra el muro, los recuerdos propios y ajenos componían un pasado más completo, menos selectivo, con varios puntos de vista, que se distanciaba bastante del que cada uno había conservado con el transcurso del tiempo.
Me gusta mucho la foto de las dos hermanas (guapísimas las dos). Me gusta también el poema de Macu, que me lleva también a mi infancia, en la que era consciente de ser una niña fea pero que ya practicaba ese marketing inmaduro de aprender a leer a los 3 años. Mi hija, por si acaso, la primera palabra que aprendió a decir fue "apa", señalándose a sí misma. Y me encanta el post, que, inconscientemente copié cuando hablé de las niñas del colegio y de como sus vivencias componían una acogedora colcha de patchwork en la que cada una ponía un retal. Los amigos de infancia y juventud son nuestro horizonte.
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