sábado, 22 de septiembre de 2012

Los viejos blogueros



Lo digo en el sentido más literal: viejos y blogueros. Confieso que esto de los blogs era para mí un mundo totalmente desconocido y los posts eran papelitos amarillos que se pegaban en la nevera, hasta que hace cuatro años quise colaborar en un proyecto que me pareció muy interesante (loquepasaentenerife.com), sin tener en cuenta si mi participación interesaba a alguien.
Por hacer número, más que por otro motivo, vencí la enorme vergüenza de desnudar mi alma, y me lancé a aquella arena. Allí encontré un pequeño grupo de bloggers a los que he llegado a querer y admirar leyendo sus posts día tras día, aprendiendo de ellos y trazando poco a poco sus retratos. Esta es la parte que más me interesó del asunto: cómo, a través de lo que la gente iba contando en la blogtfera, me iba haciendo una idea de cómo eran. Me parecía algo apasionante.


Y así fui dibujando de otra manera a Melchor, un hombre con mucha curiosidad que necesitaba un medio como éste para sacar todo lo que llevaba dentro, con un entusiasmo digno de aquella causa; a Jane, una jubilada que ha recogido y reelaborado mil experiencias propias y ajenas; a Andrés, el prestidigitador, que nos lleva hasta las nubes y luego nos estampa contra el suelo en una noria de emociones y de vida bullente agotadora; a Luisa, siempre serena, siempre acogedora, aportando el calor familiar al grupo; a Lucifer, con otro tipo de calor mucho más torturante que nos hace viajar hacia el lado oscuro; a Ancaria, como un soplo de aire fresco y de lucidez en los asuntos cotidianos y no tan cotidianos; a Salvador Melgar, todo sensibilidad; a Miguel Feria, con sus historias que reflejan nuestras costumbres de toda la vida; a Eduardo Albás , con sus inquietantes relatos; y a tantos otros.
Y me los imaginaba. A unos ya los conocía o los he conocido después y los he incorporado a mis amores, amistades, afectos o querencias; a otros aún me los imagino, en ese territorio intermedio entre la realidad y la ficción. Y me encanta hacerlo: Ancaria es una superwoman, criando niños y con muchas inquietudes que no abandona aunque eso le cueste sostener una batalla diaria tremenda contra el tiempo; Salvador debe de estar ahora luchando en otros frentes de la vida porque hace tiempo que no resuella,…
Y en estas cosas se va parte del tiempo libre de todos nosotros, los viejos blogueros, que no conocemos las técnicas para hacer un blog que funcione, que nos pasamos de pesados a veces, que traemos aquí nuestros asuntos y nuestras divagaciones que a lo mejor no interesan a nadie, pero que nos lo pasamos pipa.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Mirador de Aguaide





Gracias a un amigo que conoce todos los rincones de las islas visitamos hace unos meses este precioso mirador de Chinamada, el caserío del norte de Tenerife. Se puede ir hasta allí por varias vías: por un sendero en cuesta que sube desde Punta del Hidalgo, caminando durante hora y media, o por otro más llano que parte de la Cruz del Carmen, en el Monte de las Mercedes, o en coche desde La Laguna o desde Santa Cruz hasta Las Carboneras y desde allí a Chinamada. En la plaza de este caserío pueden encontrar información sobre la zona y dar después un corto paseo a pie hasta el mirador.




Chinamada está en una zona de cuevas convertidas en viviendas, algunas con fachadas muy llamativas. El sendero que conduce al mirador de Aguaide está muy bien señalado y es cómodo y termina formando un balcón sobre la costa. En la primera parada del recorrido se puede ver el Pico de los Pinos y buena parte de la Cordillera de Anaga. Por el camino se puede observar el paisaje, la vegetación, el color rojizo de la tierra, los cultivos y las casas-cuevas. Y al llegar al mirador propiamente dicho (aunque toda la zona es un hermoso mirador) se pueden contemplar impresionantes panorámicas de la costa: Punta de Tamadiste, Punta de Fajana, Playa de los Troches, Punta del Hidalgo, el Roque de Dos Hermanos, por el lado contrario al que vemos desde La Punta, y el Barranco del Rio. No sabe uno por dónde empezar a mirar porque todo es hermosísimo, el colorido es impresionante y se respira una paz especial.
Si tienen oportunidad no se pierdan este placer.


lunes, 10 de septiembre de 2012

Puzzle






Mi hermana, que se ha descubierto como una excelente escritora (¡qué callado se lo tenía!), escribió este poema en el que recuerda nuestra infancia y me presenta con unas características de las que yo nunca tuve conciencia; en cambio ella se retrata como una niña que quería ser guapa, cuando era la más bonita. Y es que para ser justos hay que reconstruir el pasado entre varios porque una sola visión nunca es completa. Y eso se puede aplicar a todos los aspectos de nuestra vida.

Hace unos años en un viaje a Las Palmas  organizamos una cena con varios amigos a los que no veíamos desde hacía mucho tiempo: entre dos y treinta años. A pesar de eso fue como si el tiempo no hubiera transcurrido; me resultó muy raro oír a mi amigo Vicente hablando de los problemas escolares de su hijo, porque la última vez que nos habíamos visto éramos solteros y muy jóvenes y nuestras preocupaciones eran otras. Pero la confianza era la misma. Esa noche no paramos de hablar y de recordar anécdotas de nuestra primera juventud. De repente me sorprendí al ver que lo que algunos recordaban con todo detalle yo lo había olvidado, y al revés.

Aquel viaje nos sirvió para reconstruir nuestro pasado común. Cada uno de nosotros conservaba recuerdos muy vivos de momentos de las vidas de los otros, y esos recuerdos no siempre coincidían con los que cada uno de los otros conservaba. A base de recortes fuimos haciendo una semblanza de nuestra juventud y al volver al apartamento paseando por la avenida de Las Canteras, envueltos en la nube de vapor del agua salada que rompía contra el muro, los recuerdos propios y ajenos componían un pasado más completo, menos selectivo, con varios puntos de vista, que se distanciaba bastante del que cada uno había conservado con el transcurso del tiempo.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Mirador de Punta de Teno


Hay lugares de Tenerife en los que todo es un mirador, no hay necesidad de hacer una construcción específica con ese nombre porque desde cualquier punto en el que te sitúes la panorámica es espectacular. Uno de ellos es la Punta de Teno, el extremo noroeste de la isla, que con la luz del atardecer se llena además de mil matices nuevos.

Después de admirar la Isla Baja y el macizo montañoso llegas al borde del mar, junto a los faros (el antiguo y el nuevo) y te encuentras con el acantilado de Los Gigantes y la costa oeste, La Gomera y La Palma enfrente, rincones increíbles pegados a las rocas y la inmensidad del mar al otro lado. Debajo una playita y en el pequeño embarcadero del extremo el mar abierto, con todos los tonos de azul y verde que te puedas imaginar.


La roca volcánica de la Punta de Teno tiene todos los colores de la tierra, desde el negro al arena y al rojo y está salpicada de pequeños senderos de madera o cemento por los que puedes pasear. No hay ningún tipo de servicios pero encuentras todo lo que necesitas.

La belleza del lugar es absoluta.