Recuerdo perfectamente cuándo fue la primera vez
que escuché esa palabra. Acabábamos de llegar a Fuerteventura para pasar un mes
de verano en una casa antigua que perteneció a la abuela paterna de mi marido y
que ahora disfrutan los nietos y bisnietos. Las tías solteras que la dejaron en
herencia a todos incluyeron unas instrucciones de uso que había que consultar a
la llegada y a la salida, para mantener un cierto orden, aprovechar el agua,
tan escasa en la isla, y proteger la casa.
Al llegar abrimos con nuestra llave y encontramos otra junto con las instrucciones, que comenzaban así: “Con esta llave hay que subir al sobrado, abrir la puerta y coger del escanillo el resto de llaves de la casa”. Y no sabíamos qué era un escanillo, yo creo que ni sabíamos lo que era el sobrado. Así que, después de revisar todo, tuvimos que llamar a la familia para descubrir que el escanillo era un cajoncito-escondite muy bien disimulado dentro de una gran caja de cedro en la que se guardaba la ropa.
Al llegar abrimos con nuestra llave y encontramos otra junto con las instrucciones, que comenzaban así: “Con esta llave hay que subir al sobrado, abrir la puerta y coger del escanillo el resto de llaves de la casa”. Y no sabíamos qué era un escanillo, yo creo que ni sabíamos lo que era el sobrado. Así que, después de revisar todo, tuvimos que llamar a la familia para descubrir que el escanillo era un cajoncito-escondite muy bien disimulado dentro de una gran caja de cedro en la que se guardaba la ropa.
Después de unos años anidada en
loquepasaentenerife.com, donde perdí la vergüenza inicial y me atreví a contar
cosas mías, a comentar restaurantes, tascas y guachinches, a recomendar
miradores de Tenerife, a compartir viajes y experiencias en el espacio y en el
tiempo y a poner fotos de todo eso y más, aquí estoy con mi totum revolutum
particular de profesora jubilada, playera, disfrutona, preocupada y expectante
ante los vaivenes de la vida. Los espero en elescanillo.blogspot.com.